jueves, 17 de septiembre de 2009

Pancho Villa (1878-1923)

Pancho Villa nació con el nombre de Doroteo Arango el 5 de junio de 1876 en San Juan del Rio, Durango. De origen muy humilde, era hijo de peones incultos y él tampoco fue nunca fue a la escuela.

Pancho Villa era el nombre de un compañero suyo, de su amigo más querido. Cuando los guardias rurales lo mataron, Doroteo Arango tomó su nombre y se lo apropió para rescatarlo del olvido para siempre.

Su vida guerrillera se inició muy pronto, cuando era un muchacho de dieciséis años que repartía leche en las calles de Chihuahua y mató a un funcionario del gobierno que había violado a su hermana.

Eso, en sí, no lo hubiera puesto fuera de la ley por mucho tiempo en México, donde la vida humana vale tan poco; pero, ya fugitivo, cometió el imperdonable crimen de robar ganado a los hacendados. Desde entonces el gobierno mexicano puso precio a su cabeza.

Se echó al monte y, proscrito durante veintidós años, estuvo huyendo de las tropas federales enviadas en su persecución. Ejecutó a muchos latifundistas indeseables, pero el primero fue su propio patrón. Entró en la leyenda popular. Su nombre se hizo tan famoso que todos los robos de trenes, asaltos y ejecuciones en el norte de México eran atribuidos a Villa. Creció un inmenso acervo de historias populares entre los peones de las haciendas en torno a su nombre. Muchas canciones y corridos celebran aún hoy sus hazañas, cantadas por los pastores, al calor de sus hogueras, por la noche, en las montañas, que son la reproducción de las coplas heredadas de sus padres o que otros compusieron.

Se cuenta la historia de cómo Villa, enfurecido al conocer la miseria de los peones en la hacienda de Los Álamos, reclutó una pequeña partida y cayó sobre la mansión de los patronos, saqueándola y distribuyendo los frutos expropiados entre los pobres. Arreó millares de cabezas de ganado desde Terrazas y cruzó con ellas la frontera. Asaltaba una mina y se apoderaba del oro o plata en barras. Cuando necesitaba maíz, expropiaba el granero de algún latifundista. Reclutaba a sus hombres abiertamente en ranchos alejados de los caminos y ferrocarriles más transitados, organizándolos en las montañas.

Muchos de los soldados de la revolución pertenecieron a su guerrilla, y varios de los generales constitucionalistas, como Urbina. Sus dominios iban desde el sur de Chihuahua al norte de Durango; pero se extendian hasta Coahuila, cruzando la República, hasta el Estado de Sinaloa.

Era conocido en todas partes como El Amigo de los Pobres. Durante las épocas de miseria alimentaba a regiones enteras y se hacía cargo de la gente desalojada de sus poblados por las tropas federales.

En las elecciones de 1910, Francisco I. Madero desafió al presidente Porfirio Díaz con un programa democrático y de reformas sociales. El veterano dictador encarceló a Madero para ganar las elecciones. Creyó así consolidado su prolongado dominio y luego se atrevio a liberar a Madero. Éste, una vez en la calle, viajó a Texas, proclamó la insurrección, cruzando la frontera y dirigiéndose hacia la capital, a la vez que agrupaba tropas de voluntarios.

Entonces Villa era todavía un guerrillero. Tres meses después de haberse levantado en armas, apareció repentinamente en El Paso y puso su persona, sus hombres, sus conocimientos y toda su fortuna a las órdenes de la revolución. Las inmensas riquezas que debía haber acumulado durante sus veintidós años de expropiaciones resultaron ser 363 pesos de plata, muy usados.



Inicialmente también contó con el apoyo de Estados Unidos, cuyo embajador ayudó a organizar el levantamiento de Huerta en la capital. Pero en realidad Huerta estaba más bien vinculado a los imperialistas británicos, relación que los vecinos del norte no veían con buenos ojos, por lo que, con prepotencia, el presidente Wilson dijo: Yo enseñaré a las repúblicas sudamericanas a elegir buenas personas [...] Si el general Huerta no se retira, Estados Unidos se verá obligado a retirarlo recurriendo a medios pacíficos. Pronto se vería en qué consistían esos medios pacíficos. La política de Estados Unidos quería sembrar el caos por todo el país para justificar de esa manera una posterior intervención con sus tropas para lograr la pacificación. Pero la posición internacional de México era muy complicada en aquel momento. El golpe de Huerta coincidió con la llegada de Woodrow Wilson a la presidencia de los Estados Unidos, quien se negó a reconocer al gobierno golpista de Huerta y destituyó al embajador local. Pero la I Guerra Mundial estaba a las puertas y la posición de la potencias imperialistas europeas era diferente; querían quedarse con el petróloeo mexicano y reconocieron al nuevo gobierno mexicano.


Chihuahua tiene una población menor de 40.000 gentes. En diversas ocasiones, Villa estableció más de cincuenta escuelas allí. El gran sueño de su vida era enviar a su hijo a una escuela de los Estados Unidos. Tuvo que abandonar la idea por no tener dinero suficiente para pagar el medio año de enseñanza, al abrirse los cursos en febrero.

El mito del revolucionario curtido a fuerza de desprecios, sol, balas y valentía, que tiro a tiro expropiaba a los poderosos para colectivizarlo entre sus hermanos pobres, del enamorado que odiaba por igual a gringos, traidores y cobardes, se expandió como su sangre.

Por tanto, tampoco es casualidad que Pancho Villa, igual que otros grandes revolucionarios que han defendido al pueblo trabajador, sea víctima de una infame campaña de intoxicación por parte de la prensa, siempre al servicio de los intereses del capital y los poderosos. Defender su limpia memoria de esos ataques es un deber para todas las personas amantes de la verdad, porque la verdad es siempre revolucionaria.

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